El Corán es el libro sagrado de los musulmanes y contiene las verdades que Alá reveló a Mahoma y que, tras su muerte, fueron recogidas y escritas. Se compone de 114 suras o capítulos divididos en versículos. Las primeras suras definen las bases de la religión musulmana, y el resto reglamentan la vida cotidiana y social de los creyentes.
El primer fundamento de la fe islámica es el monoteísmo. Los musulmanes creen en un Dios único, eterno y todopoderoso, Alá. Nada le es comparable y no debe ni siquiera representarse en imágenes, ni tampoco a Mahoma.
Dios ha enviado a Mahoma, que es su profeta, para recordar a los hombres la ley que deben cumplir. El Islam no tiene sacerdotes, pero existen directores de oraciones (imanes) y doctores o intérpretes de los textos sagrados (ulemas).
El Islam presenta dos grandes ramas o tendencias:
El sunismo, grupo mayoritario (90%), defiende la dirección del Islam por los califas sin tener en cuenta los lazos de sangre con Mahoma.
El chiismo (10%) cree que la sucesión de Mahoma corresponde a los descendientes de Alí, primo y yerno del profeta.
Para los musulmanes no existe una frontera nítida entre vida religiosa y vida cotidiana y los creyentes siguen unas normas dictadas por los textos sagrados y la tradición.
Basándose en el Corán, el Islam sostiene algunos principios básicos de organización social, económica y política:
– El poder pertenece a Dios, y quienes lo ejercen son sus delegados. Los dirigentes son a la vez jefes políticos y religiosos, y reciben el nombre de califas. Los primeros califas fueron elegidos entre la familia de Mahoma.
– También la propiedad tiene un carácter religioso. Todos los bienes pertenecen a Dios y los hombres son solo sus usuarios. Como existen diferentes niveles de fortuna, es necesaria la limosna, la ayuda mutua y la prohibición del préstamo con interés.
– La justicia debe ser aplicada, siguiendo las normas del Corán, por un juez, llamado cadí, nombrado por el califa y elegido entre los mejores creyentes.
– La organización familiar, los ritos del nacimiento y de la muerte, el sistema hereditario, la condición de la mujer o la poligamia están regidos por los textos sagrados o sus interpretaciones.
En la religión islámica hay algunas ciudades o lugares que tienen una importancia singular, como La
Meca o Medina. En La Meca se construyó la Kaaba que consiste en un monumento cúbico cubierto por un velo negro, en cuyo interior se halla una piedra basáltica negra adorada ya por las tribus árabes anteriores a Mahoma. Se considera la morada de Dios en la Tierra. Los musulmanes realizan una serie de rituales, como dar siete vueltas a la Kaaba. Este es el lugar más sagrado para el mundo musulmán.
La expansión del Islam:
A los doce años de la muerte de Mahoma (644), los ejércitos musulmanes ya controlaban Egipto, Siria e Irak, y se lanzaban a dominar Libia e Irán.
Hacia Occidente ocuparon el norte de África, cruzaron la Península Ibérica y se adentraron en Francia. Allí fueron derrotados en Poitiers, en el año 732, y se retiraron al sur de los Pirineos. Hacia el norte, penetraron hasta Constantinopla (capital del Imperio bizantino).
Por el este, después de ocupar Persia (Irán) y Afganistán, penetraron por Asia central y atravesaron el río Indo, en la zona del actual Pakistán.
Los territorios conquistados permanecieron hasta 750 bajo la autoridad de los califas de la familia Omeya, establecidos en Damasco (Siria). Para gobernar, los califas delegaban su poder en el visir, y en cada
territorio existía un emir o gobernador.
A partir del año 750, la familia de los Abasíes de Bagdad derrotó a los Omeyas y fundó una nueva dinastía califal. La expansión militar cesó, con algunas excepciones como la India, a cuya población se le respetó su religión.
A partir del siglo IX, la propagación del Islam se produjo mediante el influjo que navegantes y caravaneros ejercieron en muchos lugares del mundo: África occidental y oriental, Malasia, Indonesia, Filipinas y, por último, Asia central, China y las estepas asiáticas.
Pero los Abasíes fueron perdiendo paulatinamente el control sobre estos inmensos territorios. Algunas provincias consiguieron la independencia religiosa (como Al-Andalus) y en otros lugares los emires o gobernadores ejercieron su poder sin obedecer a Bagdad.
En el siglo XIII, los mogoles, un pueblo islamizado de Asia, impusieron su autoridad sobre buena parte de las tierras musulmanas. Posteriormente fue el Imperio turco el que ejerció su dominio hasta el siglo XIX.
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